Eco de seda.

La Ciudad Prohibida, antiguo hogar de los emperadores chinos, despliega un escenario cargado de historia: columnas rojas, bancos de madera laqueada y muros que parecen respirar siglos de tradición, silencio y poder.

En uno de los rincones más tranquilos del complejo, tuve la suerte de fotografiar a una chica que estaba de espaldas. Llevaba un hanfu tradicional, de seda lila con bordados florales. Todo en ella transmitía calma, como si se hubiera quedado congelada en el tiempo. Llevaba una flor blanca en el pelo que terminaba de cerrar esa imagen tan buscada .

Como admirador de la película de Bertolucci (El último emperador), no pude evitar pensar en todas las personas que habrán pasado por allí, en todo lo que habrán vivido esos muros. Es curioso cómo, en lugares así, lo cotidiano se transforma en rito, y el presente se mezcla con la historia hasta que ya no sabes en qué época estás